Esta obra es una representación poderosa y enigmática de un espíritu protector. Inspirada en las criaturas tradicionales del folklore japonés, esta pieza evoca la dualidad entre lo aparentemente bello y lo oculto, expresada a través de la intensidad de sus colores y las múltiples miradas que parecen observar desde distintos planos de existencia.
Las peonías alrededor simbolizan la fragilidad y la transitoriedad, en contraste con la fuerza indomable de la máscara. La obra invita a una reflexión sobre los aspectos escondidos en cada ser, revelando que incluso en lo intimidante puede existir una misteriosa belleza.