Esta obra representa dos manos en un dramático juego de tensión y desconexión emocional. La mano superior sostiene apenas un hilo dorado, atado de forma ligera a su meñique, mientras que la mano inferior, completamente enredada y forzada por el mismo hilo, muestra signos de estrangulamiento. La tensión es tan fuerte que el hilo parece a punto de romperse, simbolizando el sufrimiento de una conexión asimétrica y dolorosa.
Una reflexión sobre los vínculos que, en lugar de nutrir, asfixian; sobre las relaciones donde el desequilibrio de esfuerzo y entrega puede convertirse en un lazo dañino. Una crítica profunda hacia los vínculos desiguales y nos recuerda la importancia de conexiones que fortalecen, en lugar de destruir.