Esta lámina representa a dos brujas que giran alrededor de un mandala central en el que se fusionan el sol y la luna. Su naturalidad no es simplemente un símbolo de vulnerabilidad, sino de autenticidad y poder: las brujas se muestran en su forma más pura, liberadas de las ataduras sociales, conectadas directamente con las energías naturales del universo.
El mandala, en el centro de la composición, actúa como un portal de equilibrio y transformación. El sol y la luna, unidos en perfecta armonía, representan el ciclo eterno de luz y sombra, de día y noche, de acción y reflexión. Este equilibrio refleja las energías complementarias que se encuentran dentro de cada ser humano, pero también la unión simbólica entre las mujeres, que encuentran fuerza tanto en la claridad como en los momentos de introspección.
Las brujas que rodean el mandala parecen fluir con gracia en torno a este símbolo, en una danza cósmica que representa la sororidad: un círculo de apoyo, empatía y comprensión. Sus posturas, aunque distintas, sugieren un diálogo energético, una transmisión de saberes antiguos que atraviesan generaciones de mujeres. La bruja que mira hacia arriba, extiende su brazo en señal de recibir, mientras que la otra extiende su mano hacia abajo, compartiendo lo recibido, como si estuvieran en un eterno flujo de dar y recibir.
Las hojas que emergen y se enredan en sus cuerpos son una metáfora de la conexión con la naturaleza y los ciclos de crecimiento, un recordatorio de que el poder de la mujer está ligado a la tierra y al cosmos. Las escobas, tradicionalmente asociadas con las brujas, aquí no son instrumentos de trabajo, sino símbolos de libertad, movilidad espiritual y empoderamiento.
En su origen, la escoba es un objeto cotidiano, humilde y doméstico. Históricamente, ha sido una herramienta en manos de mujeres, ligada al trabajo en el hogar, y como tal, ha sido símbolo de lo privado, lo escondido y lo femenino en su forma más rutinaria. Sin embargo, al ser adoptada por las brujas, la escoba es resignificada. Lo que fue una herramienta de trabajo «invisible» se convierte en un instrumento de poder, de magia, de trascendencia. Las brujas vuelan sobre escobas, lo que rompe las cadenas de la domesticidad impuesta.