Esta obra representa la liberación y el movimiento a través de la figura de una bailarina de ballet. El esqueleto de la bailarina, pintado con pan de oro, se desprende de su cuerpo y adopta una pose más recta y erguida, avanzando hacia adelante como si fuera atraído por una energía invisible. Esta composición simboliza cómo nuestro propio esqueleto, envuelto en oro, se adelanta a nuestro paso, guiado por la fuerza de la energía interna y la libertad.
Esta obra es un testimonio de la capacidad humana para encontrar la libertad y el movimiento en la danza de la vida.