Esta pieza, inspirada en la figura de la Catrina, nos invita a reflexionar sobre el ciclo eterno de vida y muerte. La imagen presenta una figura femenina de rostro sereno, mitad calavera, mitad vida, rodeada de un abundante y vibrante jardín de flores. Este contraste entre la delicadeza de las flores y el símbolo de la muerte encarna la conexión inseparable entre ambos mundos: en la vida siempre se encuentra la sombra de la muerte, y en la muerte siempre existe una semilla de vida.
La obra combina colores suaves y detalles orgánicos que celebran tanto la belleza efímera de la existencia como el renacimiento que sigue a cada final. Cada flor representa el florecimiento y la regeneración, mientras que la calavera nos recuerda nuestra naturaleza transitoria. Esta imagen de la Catrina se convierte así en un homenaje a las raíces mexicanas y al Día de Muertos, en una representación de la armonía entre la vida y la muerte, y en una invitación a apreciar cada momento como parte de este ciclo infinito.
Esta lámina es ideal para quienes buscan una obra con significado profundo y simbolismo, una pieza que transmite tanto paz como vitalidad, recordándonos la belleza de aceptar ambos extremos de nuestra existencia.