Esta obra es un homenaje a la armonía entre la naturaleza y el ser humano, así como una meditación sobre el paso del tiempo. La mujer aquí representada simboliza la sabiduría adquirida a lo largo de los ciclos de la vida, mientras que los elementos naturales y el reloj de arena nos recuerdan la importancia de estar en sintonía con los ritmos del mundo y con nosotros mismos. El uso de los animales y las velas, combinados con el símbolo del tiempo, sugiere un equilibrio entre la acción y la reflexión, la vida y la muerte, la juventud y la madurez.
Este grabado sería ideal para aquellos que buscan una pieza que inspire contemplación y aprecio por la conexión entre el ser humano y la naturaleza, y que invite a reflexionar sobre la belleza y la fragilidad del tiempo.